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Steve Vai, el rock del siglo veintiséis…

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Steve Vai, 2014

 

En un texto anterior que escribí sobre las malhabladas canciones de Frank Zappa, prometí hablar aquí algún día de su discípulo aventajado, Steve Vai. Para quien no lo conozca, el bueno de Vai (que es su apellido real) es un tipo alto, muchos dirían que guapo, que jamás renuncia a vestirse del modo más vistoso posible y que toca la guitarra eléctrica como un auténtico virtuoso. En realidad es más que eso, porque también es multinstrumentista, compositor y productor, pero lo que le ha aportado fama y proyección internacional son sin duda las virguerías guitarrísticas de su propia cosecha tocadas a velocidad vertiginosa. Cosas como la siguiente, en las que la horterada total -ese ventilador delante de la guedejas al aire…- se confunde con el prodigio de los dedos -que Vai además tiene extraordinariamente largos…- en un alarde de algo que no se sabe bien cómo calificar:

 

 

Yo conocí a Vai por el mejor de sus álbumes, Passion and Warfare, de 1990, y luego conseguí y escuché los demás, algunos francamente mediocres en la composición aunque tan “sobrados” en los fuegos de artificio de la interpretación como los primeros. Pero Passion… es una maravilla incuestionable de principio a fin, y él lo sabía, puesto que se orló de cualidades divinas en la portada. Como Steve fue discípulo también de Joe Satriani, la hibridación de la temática sideral y “moebiusana” de éste con la imaginería anarquista de Zappa dio lugar a una inspiración bizarra, para la que no hay fronteras y todo es objeto de una posible musicalización. Satriani tampoco es manco, y el año anterior al Passion… de Vai había sacado un disco formidable que empezaba de este modo:

 

 

Yo, por desgracia, no entiendo nada de lenguaje musical ni de efectos de sonido o chismes multimedia, sólo sé lo que oigo. Y no había oído nada como eso antes, porque Steve Vai y Joe Satriani sólo poco a poco fueron introduciendo voz en sus composiciones, ya que ambos son cantantes poco dotados, y la mayoría de su producción es puramente instrumental. Eso es una ventaja para nosotros, no un handicap, puesto que fantasear sobre cualquier rayada que se les venga a la cabeza se hace mucho mejor, creo, si no tienes que encorsetarte a una determinada letra. De esa manera exploran con la melodía, con el sonido, con la atmósfera y hasta con el plano de la realidad en que van a jugar a la música, con el resultado de que muchos temas pretender sonar, y me parece que lo logran, a otros mundos. Pongamos, por ejemplo, que a Vai le da por pensar a qué sonaría una pesadilla erótica, cañera en el planteamiento y el desenlace pero que guarde un tempo medio en su entraña para una especie de viaje interdimensional; la pieza está, también, en Passion and Warfare:

 

 

En cualquier caso, de los dos, Vai es con diferencia el más exhibicionista, y así lo demostró en una de sus más famosas actuaciones, cuando acababa de sacar Passion… y estaba en plena forma, la de las llamadas Guitar Legends de la Expo de Sevilla de 1991, donde dejó a todos (a Brian May el primero, pero el elenco de aquellas cincos días fue impresionante), con la boca abierta:

 

 

Puede que sea solamente una variante más del rock´n´roll, pero del siglo veintiséis…


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